Del odio al amor – y viceversa – hay solo un paso. Eso es lo que dicen normalmente para referirse a situaciones sociales, personales y sentimentales. Pero también aplica para el fútbol. O por lo menos con Boyacá Chicó Fútbol Club.
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¿Quiere saber por qué? En el año 2003 Pumas de Casanare, el equipo que aún hoy se recuerda con nostalgia y mucha efusividad, hizo una campaña casi perfecta en la segunda división del Fútbol Profesional Colombiano. Tenían grandes figuras y un juego colectivo que derrotó grandes equipos del rentado nacional. Luego de superar el ya conocido todos contra todos y el posterior cuadrangular, llegó a la final de la B. Estaban a dos partidos de entrar en el seleccionado grupo de la primera división de #Colombia. La ilusión era mucha. Y cómo no, si era la gran oportunidad de recibir en #Yopal y enfrentar a los más grandes como Nacional, América, Millonarios… y, por su puesto, mostrar al departamento a nivel nacional.
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Y por lo que se hizo durante el torneo, muchos ya lo daban por hecho. Pero las ilusiones se desvanecieron cuando Chicó, en este entonces con el #Bogotá en su primer nombre, levantó el título luego de ganar con un marcador global de 2-1. El juego de ida terminó 1-0 a favor del ajedrezado y el de vuelta, disputado en Yopal, en empate. Fue el 13 de Diciembre de 2003. Ese día se convirtió en uno de los más amargos para los casanareños. Primero porque se perdió el título y la oportunidad de estar en la máxima categoría del Fútbol Profesional Colombiano y segundo porque gracias a una “mano”, que todos vieron menos el juez, #Chicó empató el partido. Desde ese día el ajedrezado fue declarado equipo no grato para muchos, por no decir todos.
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Pero como el fútbol da revanchas, no importa cuál sea el contexto, ahora Chicó genera amores en la afición casanareña. Paradójicamente el mismo equipo que le quitó al departamento la posibilidad de tener fútbol profesional, ahora le devuelve esa misma ilusión representada en el equipo femenino.
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No importa si son hombres o mujeres, lo importante es tener fútbol profesional y gracias a Chicó, Casanare tiene esa grata posibilidad. En el primer partido más de 1.000 aficionados asistieron al Estadio Santiago de las Atalayas para apoyar al equipo que viene de Boyacá, pero que ahora también representa al llano.
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El fútbol. Qué bonito es el fútbol. Jamás imaginaríamos que el mismo equipo que nos quitó la única oportunidad de estar en la primera división, nos devolvería esa ilusión veinte años después. No fueron los directivos. No fueron los gobernantes. No fueron los inversionistas. Siempre fue Boyacá Chicó.
